Buscad en el infinito

Buscad en el infinito
Paseo de los Eucaliptos

viernes, 15 de junio de 2012

ISLA A LOUXO

                                                                 CAPITULO II
   Los dos apuestos jóvenes vestían impecables trajes de lino en ligera gama marfil, camisas de hilo blanco, y anudados a sus cuellos pañuelos de seda de tonalidad beige. Sobre sus cabezas lucían sendos canotiérs adornados uno con cinta verde, y el otro azul, adquiridos en su último viaje a París, la ciudad que años más tarde les brindaría los más merecidos reconocimientos artísticos. Bajo sus esmerados zapatos blancos, se desperezaba la tupida hierba que conectaba el sendero del balneario con el mirador de O Bello, dejándose impresionar por las tonalidades turquesas de las aguas que a esa hora del día recogían del translúcido cielo.
Los chicos llegaron al Balneario de A Louxo en la mañana del viernes 4 de junio, circunstancia que ya era bastante comentada por los salones y terrazas del más glamoroso edificio de aguas termales y que pudiera darse en la Península. En 1904 habían patentado en sus dependencias un jabón rico en sales minerales de fragancias frescas que inundaban todos los parajes de la verde isla, de las salas abiertas al lugar y en las ropas de sus huéspedes se reflejaban el relax de los límpidos baños espumosos que por entonces se estaban poniendo de moda.
-¿Habéis observado cuán distinguidos han aparecido los hijos del Señorío de Solano?  Derrochan magia y finura por donde van -Comentaba la duquesa de Galveiros, adornada con su viejo moño victoriano.
-Pues a mí me comentó Monsieur Pétrier que al mayor de los hermanos le felicitó personalmente el señor Matisse en la Exposición del Salón de Otoño de París del pasado año, aduciéndole que tendría todo su apoyo. “¡Joven, sus pinceles cambiarán el concepto de la pintura. Continúe así, garçon, continúe, la révolution des arts s'approche-!” -inquiría con su aguda voz la baronesa Kichnert–. No, si no hay más que verle, erguido, señorial y apuesto. Es el vivo retrato del abuelo de Solano…
-El menor está haciendo sus pinitos en el arte de la Declamación y el Ensayo. Le han concedido una beca en la Sorbonne para continuar sus estudios de Literatura y de Historia. Ya el Levante español se le quedaba pequeño para su gran imaginación y gracia. -Acariciándose sus erizados bigotes de profusas cerdas, comentaba don Carlos del Berro, el impulsor accionista de la línea de ferrocarril Madrid-Barcelona, cuya gran fortuna amasó en la Isla de Cuba.
Se comentaba por palacios y villas, salones y casinos, que los ancestros de don Carlos del Berro Trillet de las Infantas, eran criollos desde cuatro generaciones atrás y poseedores de dos de los mayores ingenios de la caña de azúcar existentes en Gran Antilla del Caribe, el de Santa Cruz de Iguana y el de Santa Mónica de Luciela, enclavados en la provincia de Puerto Príncipe, al oriente de la isla, y que rivalizaban en producción con los de la Villa de la Santísima Trinidad de la isla. La zafra que producían los dos ingenios a mediados del siglo XIX comportaba una cuarta parte de la obtención azucarera de la próspera colonia española.
-Bueno, Bueno, no será para tanto. -Respondió la viuda de Montealtieri- doña Antonella, cómodamente repantinflada en el mullido sillón victoriano del cual se sentía la dueña, -No hay nada como el Bell Canto… ¡AAAAAAAHHH…!- entonó con bastante precisión.
Todos los que se hallaban en esos momentos en la tertulia, sabían que Madonna Antonella una majestuosa soprano dramática, que desde Milán hasta París había paseado su excelente voz. Mas en estos últimos años habían mermado mucho sus facultades debido a la gran ingesta de alimentos que se procuraba. Lo más que ella deseaba era promocionar las habilidades de su exuberante hija, la Signorina Sophia Montealtieri, pero su voz llegaba a mezzosoprano lírica, y aunque era una real hembra, le perdían sus excesos egocéntricos y caprichosos.  
A pequeños sorbos los contertulios degustaban el vermouth como aperitivo de media mañana, antes del almuerzo que especialmente era elaborado diariamente para ellos.
   Antes de ir a almorzar solían pasear entre los bellos jardines del balneario ornamentado de las más aromáticas rosas, dondiegos de día y hortensias azules y rosáceas combinadas con las hortensias de hojas de roble, campánulas bell flower y prímulas de variadas tonalidades, arbustos de camelias,… y otros bellos setos floridos cuidados por los tres jardineros que tenía el hotel-balneario. Bajo los inmensos pinos centenarios, centenarios y bravos pinos, que proyectaban su sombra sobre los senderos, atajos y cenadores en derredor del centro termal, veíanse caminar los asiduos visitantes de aquella islita que les devolvía el ánimo y la vitalidad.


                                                


                                                &&&&&&&&&&&&&&&
Continuará...
             

No hay comentarios:

Publicar un comentario