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Paseo de los Eucaliptos

domingo, 3 de marzo de 2013

Arpías y Sirenas.


                                              IGLESIA DE SAN MARTIN EN SEGOVIA.

      Una imagen vale más que mil palabras. Menos mal que dentro de la fuerza y autosuficiencia que Dios me dio soy capaz de sobreponerme a todos los dolores de este mobbing laboral realizado por una jauría humana, que son igual que las sirenas o las arpías,  nereídas, demonios y otras bestias que tan elaboradamente componen bellos capiteles o canecillos, ménsulas, tímpanos... de nuestros templos románicos.
         Y al igual que en aquel Románico, donde todo era simbología para la interpretación de los textos bíblicos, el quehacer diario del hombre medieval, sus inquietudes y trabajo, sus miedos, alegorías, vivencias, creencias y una estética al parecer simplista, pero con un transfondo que subraya toda la riqueza de aquel mundo rural e incipiente urbano, la Iconografía del Románico está repleta de esculturas que nos hablan de aquel orbe tan rico y cargado de mensajes y signos, ante los cuales el medieval hablaba de sus días, yo puedo decir que hablo de mis inquietudes personales, adaptándome a esta discriminación de arpías y sirenas, serpientes resbaladizas que trepan árboles y mesas de oficinas, cajones y escupen venenos para destruir desafiantes el honor de 35 años en una notaría.
        Para el Hombre románico, uno de sus grandes temores era la figura de la "arpía". Este animal del bestiario, tan unido a la sirena y a las nereidas, era para el hombre altomedieval, "Rostros de doncellas en cuerpos de aves". Nombre de origen griego, significando "rapaces", volaban y robaban comida. Si en su origen mitológico aparecen como hembras voladoras",... pasando en Virgilio como "un monstruo aciago", en la Edad Media se convierten en "despiadadas, crueles violentas". Pero aún hay más, pues este animal con cabezas de doncellas, cuerpos de rapaces, garras afiladas, en actitudes desafiantes y beligerantes, que comen sus propios excrementos y todo lo ensucian y portan enfermedades, son la representación en piedra de lo que algun@s human@s llegan a ser cuando se trata de derribar a colegas y empleada que han estado a pie de cañón.



      Si bien este capitel no muestra arpías, si os pondré algunos, donde se muestras sirenas, arpías, grifos, centauros, demonios e incluso representaciones burdas y endiabladamente maléficas.
   Como en todo tiempo, lugar y forma, existen arpías y sirenas, seres fantásticos que de sus propios excrementos hacen su manera de vivir, porfiando; serpientes de lenguas bífidas que resbalosamente se introducen en la copa del árbol y atrapan las manzanas de oro. ¡Oh! ¡Qué sirenas engañan el oído de Ulises!...
    Por ello es doloroso encontrarse en este siglo, con esos monstruos que, al igual que el hombre románico temía y esculpía en los capiteles y otros soportes para advertir de su peligro, así la persona noble y de buen corazón ha de seguir esculpiendo, para estar alerta ante el mal del bestiario, pues no se ha cambiado tanto.



Esta imagen de un ser feo, monstruoso, una serpiente, le ahoga y le muerde la cabeza, bien pudiera ser una imagen actual, cuando para triunfar, muerdes a una compañera ahogándola e infringiendo solidaridades y compañerismo. Para mí, los últimos años en aquel despacho, se convirtieron verdaderamente en una "níooo de arpías"




     O esta otra "Sirenas de doble cola", animal engañador que con su canto te conquista y mata. A pesar de su belleza y dulce son, no te fíes nunca de esas sirenas que con buenas palabritas sonsacan, para luego hundirte y hacerte el mal.

     Dejo aquí esta oportunidad de expresar mi dolor por tan elaborado "mobbing", realizado hacia mí. Y como colofón en esta noche, animo a todos para volver a este Románico que tan didáctico es, donde su estética comienza en un arco de medio punto, para erigir bóvedas de cañón, ábsides semicirculares, arcos triunfales, templos rurales, y el crismón con alfa y el omega, principio y fin donde el hombre se encuentra a sí mismo. El tres: tres naves, tres ábsides,... tres arcos, tres vidas Eternas, la Santísima Trinidad en el Crismón Trinitario. El concepto materializado en la piedra, para que perviva eternamente.



                   
maría dolores gómez zafra

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